[LOG] Castigo //Juvia O. - Albus S.\\

Era la tarde después de las clases, recuerdo perfectamente como el fin de semana pasado, había entrado a la biblioteca como era una de mis costumbres, tenía ganas de encontrar un buen libro que me entretuviera, que alimentara mi propia mente mientras me perdía en mi mundo de conocimientos, era el lugar ideal para dejar de pensar, para dejar de estar en un mundo dónde no me sentía del todo integrada. Solo Pharao y yo, muchas veces, veíamos desde la torre, las largas tardes de los fines de semana, encerrados como princesa y mascota en un castillo, esperándo a que alguien viniera por mi.

Así fue como el fin de semana pasado, entré a la Sección Restringida de la biblioteca, realmente no me di mucha cuenta, solo estaba buscando algo interesanto que leer y uno de los libros más ostentosos me llamó la atención, bajándolo y detallandolo con mis manos hasta que escuché a alguien detrás de mi, fue cuando lo vi.

Albus Severus Potter, había escuchado de él, gracias a mi padre, su apellido era realmente famoso.

Recuerdo que nos quedamos viendo y justo cuando bajaba la mirada, alguien entraba a donde estabamos sin darnos cuenta, el Profesor Erick Brohard, que nos había llamado la atención y nos había mandado un castigo a limpiar los trofeos sin varita más que con los utensilios de limpieza comunes.

Llegué a la Sala de los Trofeos y no vi rastro de Severus aún, suspiré mirando mis manos, jamás en la vida había hecho algo como eso, nunca me habían castigado, y todo por mi curiosidad. Me preguntaba su Severus estaba enfadado conmigo por que le habían impuesto un castigo por mi culpa.

Esperaba realmente que no y comencé a ponerme nerviosa.

Era complicado El decir que estaba castigada, yo no conocía los castigos, en casa nunca me habían levantado la voz ni siquiera una sola vez, aún cuando hacía travesuras inocentes, jugaba con las muñecas de porcelana de mi madre o quizá con algún libro de la biblioteca de mi padre, jamás me han siquiera mirado con regaño o siquiera con molestia, simplemente me sonreían suavemente y reparaban el daño que yo provocaba, lo que hizo que dejara de ser traviesa.

Cuando el Señor Brohard me dijera que tendría una semana de castigo junto con el chico de Slytherin, con el cual me habían encontrado en la sección restringida esa tarde de sábado. Suspiré mientras me recargaba en la pared de la entrada de la Sala de Trofeos, en realidad me sentía algo incómoda, jamás en toda mi vida me habían puesto a hacer una tarea, y mucho menos sin magia, pero bien había dicho mi madre, aprendería cosas inimaginables en este colegio.

Pasaron diez minutos y suspiré cansada, al parecer el Joven Potter no vendría, así que decidí entrar a la sala de trofeos y me quedé admirando uno a uno cada copa de juegos ganados, de reconocimientos y me detuve justamente enfrente de uno que tenía un juego completo de un equipo de Quidditch. El equipo de Gryffindor y comencé a analizar los nombres.

Encontré fascinada el nombre de Ronald Weasley, que era también famoso y sabía que parientes suyos estudiaban ahora mismo en el colegio, algunos me los he topado, otros no. Pero detuve mis ojos en la placa de buscador. Ese nombre golpeó mi mente, grabándose “Harry J. Potter”.

”Es el padre del Joven Potter” – pensé mientras acariciaba el cristal que cubría aquel conjunto de trofeos, me preguntaba si el Joven Potter en realidad vendría a cumplir con su tarea y me sonrojé al darme cuenta que estaba pensando demasiado en él y me separé de aquel cristal para buscar con mis ojos un trozo de tela para limpiar mis respectivos trofeos.

Aún sonrojada, encontré aquel pedazo de tela, tomándolo entre mis manos, tomé una de las copas de bronce que estaban cerca de mí con el símbolo de mi propia casa, comenzando a tallarlo con delicadeza, viendo como aquel metal comenzaba a regresarme mi reflejo y me perdí en mis pensamientos, recordaba la mirada del Joven Potter en la biblioteca, era como si quisiera decirme algo, como si su mirada quisiera mostrarme alguna cosa de la cual no era consiente.

Moví la cabeza suavemente negando. ”Estás pensando de más, Juvia, deja de pensar y ponte a trabajar”-me reprendí a mí misma mentalmente mientras seguía limpiando delicadamente la copa entre mis manos, fue cuando escuché la puerta, detrás de mí abrirse. No voy a negarlo pero me sobresalté lo suficiente como para saltar, un escalofrío recorrió mi espalda y me giré rápidamente apretando la copa y el trapo entre mis dedos.

Se estaba disculpando, y no pude evitar mirarle nuevamente a los ojos, profundos, tiernos y encantadores y me sonrojé suavemente, desviando mi mirada, intentando aparentar que no había pasado nada.

-Está bien-susurré suavemente sin regresar mi mirada a la de él, intentando inútilmente seguir con mi tarea, me estaban temblando las manos, realmente estaba nerviosa, y no entendía por qué.

”Cálmate Juvia, relájate o se dará cuenta”-me volví a regañar mentalmente mientras me giraba para colocar donde era su lugar la copa que tenía entre mis manos, escuché una vez más su voz y volví a sentirlo, esa descarga en mi espalda y mis mejillas se calentaron un poquito más. N-No… t-tengo pocos minutos de estar aquí…-murmuré muy bajito, creía que por estar de espaldas a él no me habría escuchado y el silencio cayó entre nosotros.

Sentía mis mejillas calientes, mi corazón estaba latiendo fuerte y mis manos me temblaban, ¿Qué estaba pasándome? Nunca me había puesto tan nerviosa, incluso cuando papá me llevaba a un lugar nuevo, o cuando mamá me presentaba a los hijos de sus amigas.

Intenté calmarme un poco por lo que levanté un poco mi mano para tomar la siguiente copa pero esta se me resbaló de las manos, yendo a parar al suelo, rodando hasta los pies de él.

-¡Lo siento!- me apresuré a decirle y acercarme a inclinarme intentando tomar el trofeo entre mis temblorosas manos.