There is my brother lost! [Kato]

Estando a tan solo tres días del comienzo de las clases, me encuentro en el Caldero Chorreante. Las vacaciones, para mi gusto, pasaron demasiado lentas. Esta vez habría deseado quedarme en el colegio, pero ya les había prometido a mis padres que pasaría la Navidad con ellos. Pero eso ya no importaba, en pocos días regresaría al colegio.

Es temprano, yo llegué la noche anterior, pero mi mejor amigo, Kato, al cual considero mas un hermanastro perdido, llegaba esta mañana. Estoy en mi habitación, ya desayuné, pero quiero matar tiempo antes de bajar a encontrarme con él, ya que dudo que aún haya llegado. Me tiro en la cama y tomo un libro de mi mesa de noche, me lo regaló mi madre esta Navidad, por lo que aún lo estoy leyendo. Me tiro en la cama y abro en el lugar en el que me había quedado.

"---observaron un pequeño cofre de cristal, donde se encontraba su corazón, al momento que lo abrió, la joven quedo sorprendida y le pidió que lo devolviera a su sitio y el joven brujo hizo caso, pero su corazón ya llevaba mucho tiempo sin estar conectado por ello, habia aparecido un vasto pelaje que lo recubría y al momento de volver a colocarlo surgieron en el mago unos deseos poderosos y perversos.
Los invitados se habían dado cuenta de la ausencia de los jóvenes magos, al instante empezaron a buscarlos. Ya después de un tiempo, bajaron a las mazmorras y pudieron observar que la joven maga yacía muerta en el suelo con el pecho abierto, al lado estaba el brujo el cual sostenía un gran y liso corazón, el juraba que lo cambiaría por el suyo, pero su magia era inútil con aquel peludo corazón, así que con una daga se abrió el pecho y saco su propio corazón, paso unos instantes arrodillado, pero posteriormente callo y murió."

Cuando decido dejar de leer, no me doy cuenta de cuanto tiempo pasó exactamente, paso una mano por mis ojos y salgo de un salto de la cama. Acomodo un poco mi ropa que se arrugó por haberme tirado en la cama y me dirijo hacia la puerta, la cual se abre con un sonoro chirrido debido a lo vieja que es.

Bajo las escaleras dando pequeños saltos, y cuando llego a la parte inferior, la que es como una taberna, comienzo a buscar con la mirada en todas direcciones. Kato ya tendría que haber llegado, por lo que no puede estar muy lejos. Me acerco a una mesa y aparto una silla para sentarme. Decido esperar allí, cuando entre me vera fácilmente ya que la mesa que escogí está a una buena posición de la puerta.

Mi estómago comienza a notar la falta de alimento, pero no quiero almorzar hasta que llegue mi amigo, tenemos mucho de que hablar, y pensaba hacerlo mientras comíamos algo juntos. Coloco un codo en la mesa y recargo mi rostro en mi mano, mientras que tamborileo con dos dedos sobre la lisa superficie de madera.

Y ahí estaba, de camino a aquél pub, para encontrarme con Clove, desde segundo había sido mi protegida, mejor amiga, como una hermana para mi. Nada me hacía más ilusión que verme con ella aquella tarde de vacaciones, llevaba sin verla toda la navidad, y de seguro tenía varias cosas que contarme, además de que yo también.

Caminaba con una sonrisa ladeada, las manos en los bolsillos de mi abrigo, paso decidido, estaba a escasos metros de El Caldero Chorreante. Cuando llegué empujé la puerta chirriante, apenas entrar ya pude ver a Clove, tamborileando con sus dedos en la mesa, me miró y en su rostro se dibujo una gran sonrisa, al igual que en el mío. Corrí hacia a ella para abrazarla, era tan ligera que era fácil de elevar, le di un gran abrazo. Mucha gente no entendía que aquél cariño no se saliera de una gran amistad, y buscaba fantasmas donde no los había, por suerte, ambos ignorábamos esos comentarios.

-¿Cómo lleva las vacaciones mi Lover?- le pregunté nada más soltarla de aquél abrazo y sentarme a su lado. Solía llamar a Clove de todas las maneras menos por su nombre, algo que no la molestaba, ya que ella también me llamaba de otras maneras, como hermanito, manito, etc. -¿Llevas mucho esperando?- lo cierto es que me había retrasado un poco, pero Clove ya me conocía, y sabía que era algo impuntual, era uno de mis múltiples fallos.

Al poco tiempo de estar allí sentada, y cuando mis dedos comenzaban a marcar un ritmo mas conciso sobre la superficie de madera, escucho el ruido de la puerta del lugar y me giro a ver quien es la persona que está por entrar. Kato se acerca rápidamente a mi, por lo que me paro casi al instante. En cuanto está a mi lado, no lo pienso y lo abrazo. Su abrazo es estrecho y logra levantarme unos centímetros en el aire, ya que el es mas alto y por supuesto, mas fuerte que yo.

Adoro a Kato. De verdad lo adoro. Desde que lo conozco forma una parte muy importante de mi vida, y a estas alturas cada cosa que hago, dejo de hacer, o pienso hacer, la comento, consulto y cuestiono con el. Digamos que llego a considerarlo, cuando se pone serio, como esa pequeña voz de mi conciencia que me ayuda en todo lo que necesito. Siempre está para mi, sea lo que sea que necesite. Y nunca voy a ser capaz de agradecerle todo lo que ha hecho por mi.

-Estupendas, he pasado varios días en casa de mis abuelos con mis padres. Aunque ya te echaba de menos- le sonrío cuando nos separamos, vuelvo a sentarme y recargo mis codos en la mesa y mi cabeza en mis manos -No, estuve leyendo algo en la habitación que renté y he bajado hace nada- me encojo de hombros como para restarle importancia -¿Cómo vas tu con tus vacaciones? Creo que tenemos mucho de que hablar, ¿quieres ordenar algo para almorzar antes?- le vuelvo a dedicar una sonrisa y miro a la barra, dónde el cantinero y dueño del lugar le pasa un trapo a un vaso para secarle.

Me acomodé en una silla a su lado y despeiné mi cabello con una mano. Comenzó a hablar de que había pasado las vacaciones con su familia, abuelos y padres. Preguntó que tal, las mías, la miré sonriendo entrecerrando los ojos ojos. También las había pasado en familia, y eso significaba nuevas historias para Clove, sabía que amaba la lectura.

En mi familia siempre se contaban historias, tanto por la parte de mi padre, una antigua familia de escoceses, como por la de mi madre, la cuál provenía de una larga estirpe de indígenas Mohawk, por lo que nuestra familia estaba llena de leyendas fascinantes que a Clove le encantaban.

-Pues en familia también Lover, te traigo más cuentos, a veces no sé de donde saca tantos relatos mis abuelos, pero bueno, como sé que los amas esta vez me he estirado un poco más y tengo un regalo para ti, pero sí, tengo hambre, así que después de almorzar querida, me muero por una cerveza de mantequilla y algo de tarta de melaza –me relamí los labios, no había tomado bocado desde la noche anterior, y estaba deseando llevarme algo a la boca- ¿y qué leías? Keme me regaló un libro para navidad, cuando recuerde el nombre, te lo digo, y si quieres puedo pasártelo después -le pregunté mientras veía como se acercaba el mesero para pedirnos nota.