Una tarde aburrida (libre)

La lluvia seguía callen do del otro lado de la ventana de Las Tres Escobas, esperaba que parara un poco para poder volver al castillo. Ya iba por la tercera cerveza de mantequilla y por alguna razón me comenzaba a doler la cabeza, me dije que sería el frío o el temporal. Apoye mi mentón sobre mi mano y cerré los ojos, estaba cansado y al llegar tendría que terminar mis apuntes. No tenía ganas de hacerlos, pero era una obligación. Maldije el momento en el que había ido hasta las Tres Escobas, no tenía idea que podía llover tanto. Ni siquiera llovía cuando había salido esa tarde.

No hacía mucho que estaba en el castillo y no conocía a mucha gente, tampoco me había interesado en hacer amigos pero necesitaba a alguien para salir o simplemente armar alboroto. Tendría que comenzar a ser más sociable y así conocería más gente.

Sentí que del otro lado de la barra alguien me observaba y entonces abrí los ojos, era una de las chicas que atendía el lugar. Me sonrío y luego me lleno de nuevo el vaso con cerveza.

-¿Te sientes bien? -me pregunto amablemente mientras me miraba curiosa.
-Sí, solo estoy cansado y me duele un poco la cabeza. -le devolví la sonrisa.
-No deberías tomar tantas cervezas de mantequilla. -río.
-Es tu culpa, tu me llenas el vaso a cada rato. -Reí con ella mientra atendía a otras personas. Volví a quedarme solo y volví a mi posición anterior.

No recuerdo cuanto tiempo permanecí así, solo quería volver a mi Sala común y dormir hasta el otro día.

Irrumpí de golpe en las Tres Escobas. Afuera llovía muy fuerte y no estaba lo suficientemente abrigada como para permitirme caminar hasta el castillo y resfriarme, mucho menos tenía ganas de tomar esa poción que te hacía salir humo por las orejas. Creía que sería un día lindo, pero no fue así. Lo que había comenzado como un día soleado termino dejando un día gris y frío.

Miré por entre los cristales hacía afuera, mientras sacudía levemente mi cabello con una mano, y con la otra me secaba un poco la cara de las gotas de lluvia que tenía en esta. Al parecer tardaría un poco más en volver, pero de momento podría aprovechar y tomar algo, después de todo, no había una razón urgente que me esperara en el castillo.

Miré a mi alrededor y vi que no estaba muy concurrido que digamos. Había algunos alumnos en la barra, y apartado un poco el chico nuevo de Slytherin. Me llamó un poco la atención, por lo que había escuchado él solo buscaba problemas o andaba siempre metido en algún lío. A simple vista no me pareció así, peor bueno…esa es la impresión que se hace uno mismo sin conocer realmente a la otra persona.

Vi que hablaba con la camarera, y después reía con ella. Esperé a que terminara para poder llamarla y pedirle algo de tomar. Quería algo caliente, quizás un chocolate, pero no sabía si servían eso allí. No frecuentaba mucho las Tres Escobas, al decir verdad. Había venido un par de veces con las chicas -Katt, Alice, Kenadee- pero nunca sola.

- Quisiera un hidromiel caliente con especias…por favor – sonríe levemente a la camarera, ella me devolvió la sonrisa y asintió antes de alejarse hacia la barra.

Estaba a punto de pedir la cuenta y salir bajo la lluvia hasta el castillo, me había aburrido de esperar pero algo me detuvo por completo. Una chica de Gryffindor entro por la puerta, un poco mojada pero su cabello estaba intacto, supuse que habría entrado a tiempo. Noté que me miró des preocupadamente y se acercó a la barra para pedir algo. Su pelo era un color extraño algo anaranjado y rojizo al mismo tiempo, hacía resaltar sus ojos verdosos y su tez blanca. No me importo quedarme mirándola por esos tres minutos. No estaba ebrio pero si seguía tomando lo estaría, miré el vaso que estaba nuevamente lleno hasta arriba y lo corrí hacía atrás con mi mano. Tampoco me apetecía tomar nada más.

La camarera le dio lo que le había pedido y luego siguió atendiendo. Volví a mirarla, no se si serían las cervezas o que pero algo de esa chica me llamaba la atención, como si la conociera de antes. Pero no era así. Suspiré y pase mis manos por mi pelo, comenzaba a tener sueño de nuevo. Me dí cuenta que aún la miraba y no pude evitar sonreír, me dije que si no hablaba con ella me arrepentiría de no haberlo hecho. Yo jamás había tenido miedo de hablarle a una chica, pero ella.. Ella era diferente, sentí que la gravedad me empujaba hacía ella pero me quede donde estaba y finalmente le hablé.

-Hey, ¿como te llamas? -le dije amigablemente, pero luego me dije que el "hey" no había sido un buen encabezado de la frase. Temí que creyera que le estaba tomando el pelo. Me paré y me acerqué a ella, le tendí la mano para ser más cortes. -Me presento, Reid Garwin, Slytherin. Un placer. -le dije agachando un poco mi cabeza como si hubiera hecho algún tipo de reverencia informal. Me senté al lado suyo y espere a que respondiera.

Cuando la camarera me trajo lo que había pedido, aspiré su aroma suavemente y sonreí. Di un sorbo despacio porque estaba algo caliente y suspiré con mis ánimos un poco mejor. Miré hacia la ventana más próxima que tenía y me quede mirando las gotas de lluvia que se deslizaban por esta un largo rato.

Me sorprendí cuando escuche la voz de alguien demasiado cerca, y me voltee a la dirección de donde esta provenía. No lo niego, me asusté un poco la notar que el joven de Slytherin que hace un rato había notado hablando con la camarera, ahora se encontraba a un lado de mí y me dirigía la palabra.

– Yo…- iba a responderle con mi nombre, pero al parecer no había terminado de hablar, y le miré perpleja, mientras escuchaba el suyo con atención – Dae…-murmuré, y me sonrojé un poco sin encontrarle mucho sentido a eso, que tontería, yo no era así. Suspiré levemente y sonreí un poco sin poder evitarlo – Soy Daeonica, o Dae, o Nica, o Oni…ok, da igual – me reí e intenté quitarle importancia – y soy de Gryffindor…un gusto – aparté una de las manos que sostenía la taza y la extendí hacia él - ¿Estás también aquí para hacer tiempo y no llegar como perro mojado al castillo? – ladeé mi cabeza y alcé ambas cejas – Yo sí, y al parecer, la lluvia no tiene muchas ganas de cesar…- me encogí de hombros y di un suave sorbo al hidromiel que aún estaba caliente.